domingo, 13 de febrero de 2011

La vida sigue igual


Los jugadores del Barça celebran el título en el vestuario. Fuente: Marca.com

 Otra final, otro partido y mismo resultado. Messina había aprendido la lección, sabía que tenía que mantener una intensidad defensiva altísima los 40 minutos si quería llegar con opciones al final. Era en su ciudad, ante su afición, con un listado de cuentas pendientes ante los azulgranas que parecía presagiar la reacción blanca. De los últimos once enfrentamientos díez fueron a parar a la ciudad condal, ese balance merecía ser vengado. Sin embargo, pese a la gran lucha de los blancos, y aunque el guión del partido fue diferente al de los últimos precedentes, la Copa del Rey 2011 ha iniciado su camino a Barcelona.

Realmente fue un partido digno de una final, uno de esos duelos que ennoblecen el deporte de la canasta. Un encuentro que se mantuvo igualado durante casi 35 minutos y que, en apenas dos, se decantó para los pupilos de Xavi Pascual.

La única receta para ganar al Barça es defender impacable durante todo el partido, conseguir unos porcentajes de tiro en ataque aceptables y, por encima de todo, tener una pizca de suerte en los momentos decisivos. De esos tres preceptos el Madrid estuvo cerca de lograr el primero, consiguió el segundo y le fue esquivó el tercero.

Sinceramente creo que el Barcelona es mejor equipo, no porque tenga una mejor plantilla, sino por la sincronía que demuestran sobre el parqué. Todos, desde Navarro, que lleva toda la vida, al recien llegado y flamante MVP Alan Anderson, son conscientes de su papel en el equipo, saben explotar sus virtudes en beneficio del grupo y no transmiten ningún tipo de lucha de egos en el vestuario.

El Madrid simplemente es otra cosa. Por cierto, bastante similar al fútbol. Ficharon a uno de los mejores técnicos del planeta, Ettore Messina, quien llegó con un palmarés como el de Mourinho pero sin la dosis de prepotencia y polémica del portugués, y cada año desfilan por las oficinas del club un nutrido grupo de jugadores de diferentes perfiles con un único objetivo: acabar con la hegemonía azulgrana.

Carlos Suárez. Fuente: que.es
Ése es el grave problema que hoy tiene el Madrid y que hace unos años enfermó la parroquia azulgrana. Sus síntomas: no centrarse en construir su proyecto, no pensar en ganar sus partidos, vivir obsesionado con el eterno rival y sentir que, como falle en un partido, ha tirado la temporada. Ése no es el camino y Messina, pese a la derrota, lo está empezando a entender.

Hoy no hemos asistido a la típica paliza azulgrana de los últimos años. En cambio, hemos vivido un partido de alternativas que hasta el final no se decantó. El Madrid ha puesto la primera piedra, que era evitar otra humillación, sobre la que puede ir asentando un equipo que tiene buena pinta. Mirotic, Tomic, Suárez y Llul, a pesar del horroroso partido de éste último, deben ser los referentes sobre los que florezca un nuevo proyecto y no las últimas víctimas, por la desesperación de no dejar de ver victorias del Barcelona.


Florentino, el rostro de la decepción

Una imagen me ha llamado la atención durante toda la retransmisión, la cara de Florentino Pérez. Observar su mirada, ver sus gestos, él era el vivo retrata de una persona a medio camino entre la desesperación y la decepción. Probablemente, se trate de un hombre que vive bajo el yugo de una pregunta sin respuesta, ¿Qué tengo que hacer para ganar al Barcelona? Además, en los últimos tiempos se trata de un interrogante con una doble variante futbolística y baloncestística, menos mal que no optaron por competir en balonmano.

Cuando las cámaras de RTVE enfocaban a los jugadores del Barça recogiendo sus trofeos podíamos apreciar a un Florentino que no sabía a dónde mirar, probablemente esos segundos se le hicieron eternos a un hombre acostumbrado a ganar y que no acaba de tener una buena relación con las derrotas. Por ejemplo, fue más efusivo y cariñoso el saludo de Rosell a Messina que el de su propio presidente. Ojalá, por el bien del baloncesto me equivoque, pero empiezo a pensar que en el próximo mercado estival volveremos a ver desfilar otro pelotón de jugadores que desharán el trabajo realizado a la sombra estos años.

Anderson hizo de Navarro

Alan Anderson, MVP de la final. Fuente: elmundodeportivo.es
Juan Carlos Navarro es un mito viviente. Si no fuera por un tal Gasol, sería, sin duda, el mejor jugador de baloncesto nacido en nuestras fronteras. Pero, para terminar de redondear esa carrera de leyenda le faltaba el MVP de la Copa del Rey. Viendo sus últimas actuaciones y el papel hegemónico que todavía mantiene en el equipo todo apuntaba a que el Palacio de los Deportes sería el escenario que completaría el palmarés de Navarro.

Sin embargo, el papel protagonista de la noche fue para el último en aterrizar, Alan Anderson. Un "jugón", como diría el siempre recordado Andrés Montes, que sabe tirar de tres, penetrar, machacar el aro..., en definitiva, una lista interminable de virtudes que le han llevado a anotar 19 puntos y liderar, junto a la grandísima actuación de Sada, el triunfo del Barça.

Para terminar, un gesto. Uno de esos detalles que hacen grande a una persona, un momento donde el jugador se quita la camiseta de gladiador para demostrar un perfil más "humano". Roger Grimau, el capitán del Barça, un ejemplo de compromiso y entrega cada domingo era el encargado de levantar el trofeo en el centro del parqué del Palacio de los Deportes de Madrid. Él, por su fidelidad a los colores azulgranas era el elegido para ser el director de orquesta de un momento que se guarda en la retina de todo jugador. Sin embargo, prefirió dejar la Copa en manos de su compañero Basile, quien, por un momento levantó al aire el trofeo y se olvidó de las constantes lesiones que está viviendo. Fue el mejor colofón a una Copa inolvidable.  

Si quieres saber más:
- Vuelve a disfrutar del partido.
- Estadísticas del partido.
- Crónica del encuentro.
- Opinión de Santi Nolla, director de Mundo Deportivo, sobre el partido.
- Jesús Sánchez, Marca, analiza la actuación de los equipos en la Copa.

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